miércoles, 10 de marzo de 2010

Valz sentados

Era una noche tapada por un velo de nubes, entre las que desparecía infinitas veces la luna para volver a la mira de los ojos observadores otras miles de veces más. Como si fuera un juego y le bailara a alguien entre sus escondidas misteriosas y hermosas apariciones.


Era una noche como cualquier otra de valz, el salón adornado de dorado por las cortinas, las luces de las velas, los vestidos coloridos, la música lenta y un cielo pintado por los mejores artistas. La claridad de los muros y el iluminado piso, parecía obra de dioses.

De pronto se cruzan miradas, e imitando el juego de la luna (ese coqueteo infinito entre la luz de la sala y la oscuridad de la noche) desaparecen de forma misteriosa entre las parejas que bailan y vuelven a aparecer, tratando de cautivar con las sonrisas coquetas. Parece un baile de miradas: miradas chocan, ojos bajan avergonzados y una sonrisa honesta e incontenible en los labios se sumerge en los rostros de quienes, desde el otro lado de la sala, se invitan silenciosamente a bailar. Se acelera la música, los violines se vuelven más apasionados y ese piano toca con un estilo nuevo. Al parecer, la unica forma de saber la respuesta es que uno de los dos se levante.



Se pueden observar un par de valientes entre la multitud de asientos que lo han logrado, y con esto la seguidilla de muchos que han de sumar a los cientos que permanecen bailando. Unos miran a sus parejas, otros miran a las parejas adyacentes y otros miran a esa persona con la que desearían estar bailando.

La noche se hacia más oscura y menos era la cantidad de gente que iba quedando sentada rodeando las mesas, comiendo o simplemente tomando algo. Hoy era noche de fiesta, no importaba la razón si la mayoría no iba por esta. La celebración de lo que fuere que haya sido estaba ocurriendo y como buenos seres adaptables sin explicaciones algunas se sumergían en el salón, el baile y el gozo.

Ya cuando la luna caía del cansancio y la música continuaba alegre, solo una mirada era capaz de observarla mientras se invadía por una nostalgia ciega. Los asientos desocupados y un ritmo conocido se presentaba en los violines, de esos que no son bailables en otro lado que no sea un salón dorado lleno de arte y de pinceles que danzan, pintando el suelo. (" Bach - double violin concerto vivace")...(falta)

viernes, 5 de marzo de 2010

En llamas.

Todo parecía una toma en cámara lenta, mi mente me decía corre. "Vamos corre, ¿Por qué no me muevo? Muevete". El fuego aumentaba. Golpeaba como nunca lo había hecho en toda mi vida, y aún así no era suficiente. Comenzo a quemarse las paredes. Grite, pero el humo me asfixiaba, apenas podia respirar, sentía como el humo quemaba mi nariz y mi garganta con cada inspiración. "Ayuda, alguien ayudeme". La puerta ya había sido alcanzada por las llamas, mis brazos no atinaban a parar, quería entrar. "¡Muevete, mierda!". Por un momento imagine que podía ir a buscarte y me quedé al lado de esa puerta.

Mire a mi alrededor, planeando mi entrada victoriosa, pensé que te podría salvar. En eso, unos brazos me rodearon. "Saquenla de aquí" grito un hombre. Y yo, yo me quería quedar al lado de la casa, a tu lado. Traté de zafarme, pero no pude. Con mis brazos y piernas comencé a atacar a mi salvador. "Quedese quieta". Me sentaron, y agarrandome los brazos me miró fijamente a los ojos "¿Hay alguien adentro?" preguntó.

Y sólo en ese momento vi nuestra casa, esa que pintamos como tu querías, envuelta por el fuego, destruyendonse frente mis ojos. Me quemaba el cuerpo al moverme, respirar, incluso abrir los ojos. Pero me dolio más no poder hablar "Est... mi ....o". "Mi garganta ¿Que le pasa?". Y justo en ese momento mis ojos soltaron lagrimas, no por el humo, sino por la rabia que me comía el pecho. La desesperación de que no me dejarán ir a buscarte. "Alguien vaya por él porfavor" "Al... ya... el! Po.f..vor!". No me entendía, y yo, yo que había gritado al inicio ya no podía más, quería desmayarme. Pero corrí, todo el dolor de mi corazón había superado mi cuerpo y el de mi protector, escape y corrí hacia ti. Nunca pensé que tratarían de detenerme de nuevo. Y, sin notarlo, un gran peso se abalanzó encima mío, y lastimo mas que mis costillas. Pero no me importo, y con el último gran aliento y mi última esperanza viva.

"¡Está dentro!" grité. Pronto mi sugetador dijo en voz alta "¡¡Hay alguien adentro todavía!!" sacando su peso de mi cuerpo, pero no me dejo ir. Vi gente corriendo y el fuego consumiendo lo último de nuestra casa. Y con eso el cerrar de mis ojos y el vacío extendiendose en mi consciencia.......

(continua...)