Miré a mi alrededor y mi madre dormía en una silla, tapada por una manta. Un doctor se acerco a mi, examinandome, mirando ese cuerpo que yacía en una de las camas de urgencia con quemaduras en los antebrazos, codos y manos. Mis ojos pesados trataban de mostrarle orgullo y abrirse con fuerza ante ellos "Mireme fijamente y digame ¿Que pasó?" Pensé gritarle, pero me di cuenta que el dolor y la pena había atrapado mi garganta, acumulandose y haciendome daño. Quería esperanza, necesitaba que callaran algunas idea de mi mente y me dijeran que todo estaba bien.
Se acercó a mí arqueando las cejas, mostrando seriedad y lástima. Como odio que me miren con lástima, pero ya supongo a que viene todo esto. Mi hermana, a quién yo había ignorado, me mostró su mano empuñada y abriendola lentamente sobre mi pecho me mostró un reloj.
Mis ojos se abrieron absorviendo ese objeto, mi garganta no podía sostener el llanto y mis ojos trataban de esquivar a quienes estaban y me miraban con esa lástima. Sabía que significaba ese reloj, te lo había regalado hace 3 años y tu siempre lo llevabas contigo aunque jamás te gusto ver la hora en casa. Como desearía en este minuto que aparecieras por esa puerta me envolvieras en tus brazos y me susurraras palabras tiernas, esas que no importaba el día, me alegraban siempre. Porque tu siempre me hiciste sonreír.
Debo admitir que aún siento que es una broma de mal gusto y que en verdad no te paso nada, pero mi mente me tortura y me castiga diciendome que asuma la realidad. Pero ¿Qué es real si tú ya no estás?.
(continuará...)
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