
Era una noche como cualquier otra de valz, el salón adornado de dorado por las cortinas, las luces de las velas, los vestidos coloridos, la música lenta y un cielo pintado por los mejores artistas. La claridad de los muros y el iluminado piso, parecía obra de dioses.
Se pueden observar un par de valientes entre la multitud de asientos que lo han logrado, y con esto la seguidilla de muchos que han de sumar a los cientos que permanecen bailando. Unos miran a sus parejas, otros miran a las parejas adyacentes y otros miran a esa persona con la que desearían estar bailando.
La noche se hacia más oscura y menos era la cantidad de gente que iba quedando sentada rodeando las mesas, comiendo o simplemente tomando algo. Hoy era noche de fiesta, no importaba la razón si la mayoría no iba por esta. La celebración de lo que fuere que haya sido estaba ocurriendo y como buenos seres adaptables sin explicaciones algunas se sumergían en el salón, el baile y el gozo.
Ya cuando la luna caía del cansancio y la música continuaba alegre, solo una mirada era capaz de observarla mientras se invadía por una nostalgia ciega. Los asientos desocupados y un ritmo conocido se presentaba en los violines, de esos que no son bailables en otro lado que no sea un salón dorado lleno de arte y de pinceles que danzan, pintando el suelo. (" Bach - double violin concerto vivace")...(falta)